Mientras escribo esto, mirando hacia atrás, me doy cuenta de lo intensos que han sido estos 13 últimos años, un camino lleno de subidones y bajones, celebraciones y sustos, errores y aciertos…un camino lleno de aventuras que hemos podido recorrer gracias a que un día nos permitimos soñar.
Este sueño comenzó hace años, cuando conocí a Pepe en el colegio, siendo apenas unos niños. Aunque la vida nos separó por un tiempo, el destino se encargó de unirnos de nuevo muchos años después.
En aquel momento, Naturavia aún no existía. Nosotros vivíamos en Santiago y estábamos centrados en nuestras carreras: yo estaba haciendo la tesis en biología sobre artritis reumatoide y Pepe se estaba preparando para ser profesor de autoescuela.
El descubrimiento de la cosmética natural
Todo cambió en 2007, cuando descubrimos la cosmética natural, gracias a una farmacia cercana a nuestra casa. La farmacéutica nos presentó una marca de cosmética natural certificada como ecológica, algo que hasta entonces no habíamos visto nunca. Para mí, que siempre me habían gustado las plantas medicinales (de hecho, mi madre me regaló una enciclopedia de plantas medicinales cuando cumplí 18 años), fue todo un descubrimiento. La farmacéutica me contaba cómo recolectaban las plantas y cómo las empleaban en los productos, ¡me abrió un mundo nuevo!
Aquí el sueño empezó a dibujarse. La idea de Naturavia comenzó a tomar forma en ese momento, en honor al río Avia y a nuestra filosofía de vida en armonía con la naturaleza.
La formación y los primeros pasos
El camino hasta llegar a donde estamos ahora no fue fácil. Tuvimos que formarnos en el ámbito de la cosmética natural y aprender todo lo necesario para poder desarrollar los productos. Pepe continuó trabajando como profesor de autoescuela para autofinanciar el proyecto, mientras que yo realicé un máster sobre cosmética natural y plantas medicinales en Salamanca. Fue una etapa muy bonita y llena de aprendizajes. Fue aquí donde me encontré con Carolina, una compañera de máster, que llevaba haciendo cosmética natural de forma artesanal desde hacía mucho tiempo, ¡y qué suerte habérmela encontrado en el camino! Gracias a ella pude aprender aún más y hacer realidad nuestro sueño.
La siguiente etapa fue algo más intensa y caótica. Teníamos que probar todo lo que habíamos aprendido, y no se nos ocurrió otra cosa que convertir la cocina de nuestro piso en un laboratorio de pruebas, ¡hasta teníamos que ir a comer a casa de nuestros padres! Pero nos daba igual el caos, porque cuando tienes tanta ilusión en algo, el esfuerzo se convierte en ganas y energía.
Al mismo tiempo que nuestra cocina se convertía en un laboratorio, encontramos un bonito local en el barrio judío, iniciamos las reformas para convertirlo en una preciosa tienda-taller y solicitamos la autorización a sanidad para poder fabricar y comercializar nuestros cosméticos. Pero, a pesar del trabajo y esfuerzo, no perdimos la ilusión y la esperanza de que algún día lo lograríamos.
La apertura de la tienda
Entonces, llego el momento en el que pensábamos que teníamos todo lo necesario para abrir: productos maravillosos, un bonito local en el barrio judío de Ribadavia y la autorización de Sanidad.
Teníamos tantas ganas de empezar, que incluso nuestro primer logo lo creamos de forma gratuita en un banco de logos de internet. Después de un tiempo… descubrimos que nuestro logo se utilizaba en muchas empresas, ¡incluso en una de esmaltes en Polonia! Pero, para nosotros teníamos todo lo importante y a estos “pequeños detalles” no les dimos mucha importancia, por lo que abrimos nuestras puertas en noviembre del 2009. Aunque la inauguración oficial no la hicimos hasta marzo de 2010 y de ahí nuestra fecha de aniversario.
Un paso más allá
La tienda taller empezó a funcionar y todo aquel que pasaba por allí podía descubrir nuestra cosmética y todos los beneficios que nuestros productos podían aportar a su piel y al planeta. Pero pronto apareció un nuevo sueño, que Naturavia pudiera llegar a mucha más gente, a más lugares. Y fue cuando apareció la oportunidad de distribuir nuestros productos en tiendas bonitas con la que compartíamos un montón de valores. Y así ¡llegó nuestro primer cliente! Una cooperativa de Vigo llamada Árbore. Fue algo increíble para nosotros ¡Naturavia estaría en las estanterías de una tienda en Vigo, fuera de Ribadavia! El sueño ya empezaba a superar nuestras expectativas.
Muy emocionados con lo que habíamos conseguido, recuerdo la ilusión con la que enviamos el primer paquete. Lo preparamos con mucho cuidado y cariño. Pero, por cosas de la vida, cuando llegó a su destino, el paquete estaba completamente destrozado y nuestros aceites se habían derramado por todas partes. Nos llevamos un chasco tremendo, pero aprendimos de esa experiencia y ahora estamos preparados para cualquier contratiempo que pueda surgir.
Y mientras sucedía esto, pasó algo muy bonito que era parte de nuestro proyecto vital: el nacimiento de nuestro hijo Xacobe. Y en este momento, decidimos dar un paso más: obtener la certificación ecológica y hacer un cambio de imagen de Naturavia.
Además, dejamos la tienda física y la convertimos en una pequeña nave para la fabricación y distribución de nuestros productos. Todo se volvió más profesional, y nos convertimos en una pequeña empresa. Ya no éramos un par de hippies con un sueño alocado, sino una pequeña empresa con una certificación suiza que garantiza que nuestros productos son ecológicos y que nuestros métodos de fabricación son sostenibles.
Nuestro gran sueño
Y entonces, ¡llegó otro de nuestro gran sueño! Durante el embarazo de nuestra segunda hija, conseguimos algo que yo pensé que llegaría mucho más tarde: mudamos nuestras instalaciones del barrio judío de Ribadavia a una zona más rural en las afueras de la ciudad. Nos trasladamos a una casa rodeada de viñedos, arboledas y carballeiras con unas vistas increíbles y un entorno incomparable. ¡Ahora, eso es Naturavia!
Desde entonces, hemos seguido creciendo y mejorando cada día. Ahora, miro hacia atrás y siento una profunda gratitud por todo lo que hemos logrado. No podríamos haber llegado hasta aquí sin el apoyo de todas las personas que han estado a nuestro lado en cada etapa del camino, por creer en nosotros y en nuestra filosofía de vida.
Y al escribir esto me recuerdo que nunca podemos dejar de soñar. Soñar con Naturavia abrió un camino lleno de posibilidades que nos ha llevado a lugares que nunca imaginé.
Como he dicho al principio, Naturavia es mucho más que una empresa, es un proyecto vital. Un proyecto que nació del amor por la naturaleza y el deseo de cuidar de nuestro planeta. Seguiremos trabajando con pasión y compromiso para ofrecer productos de calidad, respetuosos con el medio ambiente y creados con amor. Gracias por ser parte de nuestra historia.